Greg Maroney - Music In Motion (2025)

El álbum "Music In Motion" de Greg Maroney surge como una obra envolvente que fusiona sutilezas de la música new age con la fluidez expresiva del piano contemporáneo.  En sus doce pistas el compositor explora el vaivén del tiempo y el pulso del movimiento interior.  Cada pieza despliega una delicadeza melódica en la que el piano no solo interpreta, sino que respira; la estructura armónica y las transiciones parecen evocar olas, corrientes y ciclos naturales. La manufactura sonora es pulida, transparente, permitiendo que cada nota cobre peso y significado sin artificios. En "Music In Motion", Maroney reafirma su capacidad de transformar el silencio en armonía y el piano en narrador de lo sutil, invitando al oyente a escuchar no solo con los oídos, sino con el alma.

Greg Maroney - Music In Motion (2025)

01. Music in Motion
02. Blur
03. Simple Gesture
04. Move
05. Shifting Sands
06. Tides
07. Making Waves
08. Endless Circling
09. Rise and Fall
10. Parallel Motion
11. Momentum
12. Ripple in Time

Duración total: 39:21 min.

Comentarios

  1. “La Llama Invisible: Caminando hacia la bondad innata”
    Por un alma en Aluminé, para MusiK EnigmatiK

    Hay un momento en la madrugada, justo antes de que el alba empiece a pintar de azul los picos nevados, en que Aluminé parece suspenderse en el tiempo. Es un instante que no obedece al reloj ni a las estaciones. Es el susurro del alma. Lo he sentido más de una vez, caminando junto al río cuando todo el mundo aún duerme. En ese silencio, el espíritu se vuelve tan liviano que casi olvida que tiene cuerpo.

    Aquí, en este rincón del sur, donde los cóndores trazan círculos sobre lengas doradas y los arrayanes susurran historias a los que se atreven a escuchar, he aprendido a mirar hacia adentro. A ver más allá del reflejo en el agua. A cuestionarme no solo quién soy, sino qué soy... y por qué, a pesar de todo, sigo creyendo en la bondad innata del ser humano.

    Sí, lo sigo haciendo. Como Ana Frank, aún en medio del caos, de la oscuridad que a veces nos rodea como un bosque cerrado en plena tormenta, elijo creer.

    He aprendido que cada persona carga con su propio bosque interior. Algunos están llenos de luz, otros parecen más bien un laberinto de sombras. Pero incluso allí, en la espesura más densa, hay una chispa. Una llama invisible que espera ser avivada.

    A veces se manifiesta en un gesto mínimo: una mirada que contiene más compasión que juicio, una palabra que sana sin necesidad de entender. Otras veces, se revela en los momentos más oscuros, cuando alguien elige no devolver el daño, cuando se extiende una mano aún con el corazón roto.

    No hay viaje espiritual más poderoso que aquel que nos lleva al centro de nosotros mismos... y nos permite ver que, en el fondo, aún queremos hacer el bien.

    Desde esta tierra mágica, donde el sol se esconde detrás de los cerros con una reverencia casi sagrada, he llegado a comprender algo: lo verdaderamente enigmático no es el universo, sino la capacidad humana de volver a creer... después de haberlo perdido todo.

    Creer en la bondad no es ingenuidad, es un acto de valentía espiritual. Es una elección consciente que se repite todos los días: cuando decidimos perdonar, cuando escuchamos sin juzgar, cuando nos detenemos a sentir el dolor del otro como si fuera nuestro.

    Y es precisamente en esos actos mínimos, casi invisibles, donde el espíritu se expande. Nos transformamos. Nos volvemos más que carne, más que pensamiento: nos volvemos puentes. Entre mundos, entre personas, entre pasados rotos y futuros posibles.

    MusiK EnigmatiK me enseñó que hay sonidos que no se escuchan con los oídos. Hay melodías que solo se sienten cuando uno se deja atravesar por el misterio. Y en este rincón del mundo, donde la naturaleza habla en frecuencias que aún no sabemos traducir, he sentido esa música.

    Es la misma que habita en nosotros cuando decidimos confiar, cuando creemos que alguien puede cambiar, cuando abrazamos la luz sin negar la sombra.

    Hoy no te escribo desde una certeza, sino desde una intuición profunda. Como el río Aluminé que nunca se detiene, aunque el hielo intente frenarlo, así también el alma busca avanzar hacia lo que la hace vibrar más alto.

    Y si alguna vez sentís que ya no podés creer, que el mundo se volvió demasiado hostil, demasiado ruidoso... recordá esto:

    Hay una llama invisible en vos. No importa cuán enterrada esté. No importa si el mundo nunca te la reconoció. Esa llama es tu bondad innata. Y no estás solo. Porque otros, como yo, también la sentimos. Y caminamos, cada día, más allá del crepúsculo, buscando juntos ese lugar donde el espíritu ya no necesita palabras... porque simplemente es.

    "Sigo creyendo en la bondad innata del ser humano." —Ana Frank

    Desde Aluminé, donde el viento aún tiene voz propia,
    te abrazo con música, con misterio y con espíritu.

    Nos vemos en la próxima ensoñación...
    MusiK EnigmatiK – El viaje continúa.

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  2. Sí, amigo Neto: hay en los instantes del amanecer un "no sé qué" que pone el alma en un suspiro, que la encoje y a la vez la expande, que pareciera el tiempo congelarse... o expandirse hasta ocupar toda la existencia, todas nuestras existencias. Esos breves momentos ya fueron conocidos y valorados por las más antiguas tradiciones esotéricas (o grupos de trabajo en expansión de la conciencia universal, como se diría hoy en día): herméticos, chamanes, gnósticos, druidas, rúnicos, sufís, logias varias en fin... La meditación en soledad o en grupo, la realización de mantras, y otras técnicas de conexión con el Atman, el alma interior, son más efectivas como tú bien dices a esta "hora prima" como decían en el imperio latino-romano.
    Y también he de coincidir contigo, fraternal Neto, en esa apuesta -ese "brindis al sol- por el alma humana, por ella más bien diría yo, en contraposición del ser humano. Me explico: el ser humano es sólamente el vehículo para que el alma se integre a nivel terrenal digamos, es "el mal necesario" para manifestarse, para aprender, para experimentar la materialización en los niveles más burdos de la Luz. No sabemos -al menos hablo por mí- bien que suerte de plan tiene nuestra alma -la de cada uno de nosotros/as- en cada una de éstas nuestras terrenales existencias. Lo que parece meridianamente claro es que cada cual tiene su plan trazado, sus retos, sus pagos o cuítas...
    Y como dices, aunque muchas veces lo que vemos -con la limitada mirada de esta nuestra actual existencia- nos pudiera desilusionar respecto del objetivo de la Vida, es nuestra alma la que no renuncia a creer, a dar oportunidad a la Luz, en la esperanza que a la postre ésta iluminará las tinieblas de aquellas terrenales vidas que les ha tocado -por "karma" o destino- sufrir más, enfrentar los más graves errores de esta humanidad... Es cuestión -quizá- de perspectiva, de percepción del plan universal. Y en esos momentos del amanecer, ocasionalmente, ese plan se nos revela al menos parcialmente, veladamente.
    Por último, amigo Neto: ¡qué gran elección de nuevo has tenido! En contra de -y esto es un percepción completamente infundada- mi creencia de que "no se pueden" hacer 5 discos en un mismo año, y que sean buenos, he de reconocer que Greg nos "da una vuelta más de tuerca" con este su 5º disco en el 2025 ¡y aún no ha acabado!. Me "quito el sombrero" ante Maroney: esa creatividad, esa sensibilidad en sus últimos discos -bueno, realmente no soy capaz de nombrar un disco "malo" de Greg Maroney- no puede salir de uno si no se "vive por y para" la música. En cierto modo me recuerda al recientemente fallecido George Winston, con su capacidad de trabajo, su constancia y entrega (recuerdo que superó dos cánceres y murió debido a un tercero, trabajando hasta pocos meses de su fallecimiento). Sí, este disco suena tierno y a la vez de poderoso, una gran elección para una tarde de principios de otoño -boreal- o de primavera -austral-; para un mate, o un té... Mejor en compañía. Gracias, Neto. Siempre.

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  3. Querido Jose:

    Tu palabra es como ese instante del alba que describes: pausa suspendida, expansión del alma, música callada que se intuye más allá del sonido. Qué gusto leerte, amigo, y sentir cómo tu reflexión teje hilos entre las antiguas sendas del saber y estos tiempos modernos que, aunque enmascarados de velocidad y ruido, aún permiten vislumbrar destellos de lo eterno —especialmente cuando el alma se abre, como bien dices, al "hora prima".

    Coincido plenamente contigo: el ser humano como vehículo, como instrumento de esa chispa sutil que es el alma, parece muchas veces torpe o desajustado, pero es quizá esa imperfección la que permite la experiencia, la que afila la conciencia a través del contraste. Nos queda confiar, aún en medio de la incertidumbre, en ese plan que no vemos, pero que a veces... al amanecer, al escuchar cierta música, o en el silencio compartido con otro alma despierta... parece revelarse como un susurro desde dentro.

    Y sobre Greg Maroney: ¡qué decir! Nos sigue sorprendiendo con una entrega que trasciende lo musical, como si cada nota suya llevara consigo no solo técnica sino alma, tiempo vivido, estaciones recorridas por dentro. Que lo compares con George Winston no es poca cosa —ambos, en efecto, parecieran haber hecho de la música no solo un medio, sino un modo de ser en el mundo. Que este quinto disco en 2025 aún tenga el pulso fresco y verdadero habla de una conexión que no se apaga, sino que se renueva... como los amaneceres.

    Gracias infinitas, hermano del alma, por tus palabras, tu mirada y tu presencia.
    Nos seguimos encontrando en esta travesía sonora, entre silencios, claves y misterios.

    Fraternalmente, Neto

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