El lanzamiento de "Kyoumei" marca un hito en la trayectoria de Hiroki Okano, integrando con maestría la sensibilidad del New Age japonés con instrumentos tradicionales poco comunes como la piedra sanukite y una orquestación de corte cinematográfico. Las nueve piezas del álbum despliegan una paleta sonora que va desde la introspección meditativa hasta la expansión orquestal, invitando al oyente a un viaje interior. La obra se gestó en colaboración internacional durante un periodo de aislamiento, desde Japón y Taiwán, como reflejo de una voluntad de conectar a través del sonido y crear armonía más allá de fronteras culturales. El resultado es un trabajo espiritual, consciente del vínculo entre la naturaleza y la humanidad, que se posiciona como una ofrenda musical para la sanación.
Hiroki Okano - Kyoumei (2025)
01. Dear One's Heart (Version 2: Furusato)
02. Into The Mystic Forest
03. Rimpa Miyabi (Version 2)
04. Awakening Seeds - Ikujusai I
05. Winds Of Vitality - Ikujusai II
06. Transcending Ego
07. Eternal Gratitude - Ikujusai III
08. Kyoumei - Harmonic Life
09. Blissful Shine
Duración total: 48:34 min.
01. Dear One's Heart (Version 2: Furusato)
02. Into The Mystic Forest
03. Rimpa Miyabi (Version 2)
04. Awakening Seeds - Ikujusai I
05. Winds Of Vitality - Ikujusai II
06. Transcending Ego
07. Eternal Gratitude - Ikujusai III
08. Kyoumei - Harmonic Life
09. Blissful Shine
Duración total: 48:34 min.
🌹 "Recolecta Hoy las Rosas de la Vida"
ResponderEliminarPor un viajero del espíritu desde Aluminé
“No esperes a mañana. Recolecta hoy las rosas de la vida.”
– Pierre De Ronsard
Aquí, en el corazón de la Patagonia andina, donde los cielos se derraman como lienzos vivos y el viento murmura secretos ancestrales, cada amanecer trae consigo la oportunidad de despertar no sólo el cuerpo, sino también el alma. Vivo en Aluminé, un rincón que no aparece en las postales turísticas más populares, pero que guarda en su silencio algo que la mayoría ha olvidado: la presencia constante del misterio.
Caminar por estos senderos, donde los pehuenes —los majestuosos árboles sagrados de la tierra mapuche— se alzan como guardianes del tiempo, es dialogar con lo invisible. Aquí, las estaciones no sólo transforman el paisaje, sino también el espíritu. La naturaleza no apura, pero tampoco espera. Y ese es su mayor secreto.
La frase de Ronsard resuena profundamente en mi pecho cada vez que veo la luz dorada filtrarse entre los cerros al amanecer:
“Recolecta hoy las rosas de la vida.”
¿Y qué son esas rosas aquí, en esta tierra de lagos puros y montañas sabias? No son flores, exactamente. Son momentos. Respiraciones. Encuentros con uno mismo. Sonrisas que no pedimos prestadas al mañana.
Aprendí de mis hermanos mapuches que el "küme mongen" —el buen vivir— no es acumular cosas, sino habitar el instante con gratitud y propósito. Que el alma se enferma cuando posterga, cuando dice: “Mañana buscaré mi paz”, “otro día me escucharé el corazón”. Pero ¿y si el mañana nunca llega?
La mayor ilusión del ser humano moderno es la falsa promesa del tiempo. Por eso, aquí, donde los relojes pierden su voz y es el viento quien marca el ritmo, entendí que la eternidad no está en el futuro, sino en un presente vivido con conciencia.
Hay noches, frente al fuego, cuando el crepúsculo tiñe de cobre las aguas del río Aluminé, que escucho una voz que no es la mía. O tal vez sí lo sea, pero olvidada. Me dice:
“¿Qué esperas para florecer? No te quedes esperando que la vida esté lista. Tú eres quien debe estarlo.”
Y entonces recuerdo los días en los que me postergué. Las veces que creí que necesitaba más tiempo, más claridad, más permiso… Y en realidad, lo único que necesitaba era valentía para vivir sin garantías.
Las rosas de la vida no son promesas lejanas. Son los actos pequeños: perdonar sin que lo pidan, bailar sin música, escribir una carta que nunca enviarás, mirar a los ojos con ternura, cerrar ciclos sin necesidad de ruido.
Vivir aquí, en Aluminé, es como habitar el umbral entre lo visible y lo invisible. En cada piedra hay memoria, en cada sonido del bosque, un eco de algo más antiguo que el lenguaje. No sé si se puede explicar, pero se puede sentir.
En este rincón del mundo aprendí que la espiritualidad no es una búsqueda hacia arriba, sino una raíz hacia adentro. No se trata de huir del dolor, sino de transformarlo. De ser alquimistas del alma. De recoger, hoy, las rosas que el alma necesita: aceptación, coraje, y presencia.
La vida es frágil como un copo de nieve en la palma. ¿Por qué esperar a mañana para acariciarla?
Si estás leyendo esto, es porque algo en ti ya despertó. Ya no hay marcha atrás. Estás aquí para recordar que no viniste a sobrevivir los días, sino a celebrarlos. Que no necesitas tener todo resuelto para empezar a vivir con propósito. Que el alma, como las flores, abre cuando deja de temer.
No lo postergues más. Hoy es un buen día para comenzar de nuevo. Hoy es el único día real que tienes.
Y recuerda…
no esperes a mañana. Recolecta hoy las rosas de tu vida.
Aquí. Ahora. Siempre.
🌀 Un viajero entre pehuenes y secretos del viento