Accept What Is, Love What Is - Bioscape - Shaping Seasons (2016)

Bioscape regresa con su segundo álbum de larga duración, ofreciendo visiones auditivas que pueden desplazar las temporadas en constante evolución de la emoción, el crecimiento y la sabiduría. Expresivos viajes musicales que proporcionan una mirada íntima a nuestro entorno con la creación de vistas simbólicas. Desde la forma de vida más pequeña a la más grande, todos debemos habitar la Tierra compartiendo de forma pacífica y respetando la comprensión de los espacios naturales que cada organismo proporciona. Considérese una parte vital con la celebración de la unión de la vida y la conciencia personal y la apreciación que trae a todos.

Comentarios

  1. Música nueva recién salida del horno tenemos también en MusiK EnigmatiK. Se trata de Bioscape, un proyecto musical con tintes ecológicos que nos ayuda a valorar nuestro entorno cada día más.

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  2. "Ni tú ni yo somos quienes éramos. Volvamos la vista hacia el pasado solo si este nos da placer, y hacia el futuro con confianza y esperanza."
    P. D. James (1920-2014), escritora, novelista y política inglesa.

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  3. 🌄 "Volver a Ser: Entre el Río y la Luz"

    Ayer la primavera se abrió paso en Aluminé como si el cielo hubiera decidido florecer sobre la tierra. El viento, suave pero decidido, traía consigo ese perfume inconfundible de las retamas en flor, ese amarillo ardiente que parece contener la memoria del sol. Caminaba junto al río, dejando que el murmullo del agua me guiara, como si en cada remolino se escondiera una palabra secreta, una verdad olvidada.

    Kayquén, mi compañera de cuatro patas, iba delante, libre, con esa alegría salvaje que solo los animales conservan intacta. Se lanzó al agua sin dudarlo, tratando de alcanzar a unos patos que se reían de su torpeza desde la distancia. En su juego, vi reflejado algo esencial: la inocencia del impulso, el gozo de existir sin calcular, sin recordar demasiado, sin proyectar tanto. Solo ser.

    Y entonces entendí —como una revelación que no llega desde afuera sino que brota desde dentro— que ni ella ni yo éramos los mismos que un año atrás. Ni siquiera los mismos que la mañana anterior. Todo lo que había sido se había disuelto, como el reflejo del cielo en el agua que cambia con el viento.

    “Ni tú ni yo somos quienes éramos. Volvamos la vista hacia el pasado solo si este nos da placer, y hacia el futuro con confianza y esperanza.” Las palabras de P. D. James resonaron como una música interior. Las dejé vibrar en mí, mientras el sol descendía entre las montañas y teñía el río de cobre líquido.

    A veces creemos que la vida es una línea recta, un camino hacia adelante. Pero aquí, en la Patagonia profunda, uno aprende que el tiempo tiene forma de espiral. Lo que fuimos no desaparece: se transforma, se integra, se vuelve semilla. El pasado no nos ata, nos nutre. Es tierra fértil si sabemos arar con amor.

    Y el futuro… el futuro no está allá adelante, esperándonos como una estación lejana. El futuro nace en cada respiración, en cada paso que damos sobre la orilla del río, en cada gesto que elegimos con conciencia. No es promesa ni destino: es presencia en movimiento.

    Miré las flores campanitas naranjas que asomaban tímidas entre los coirones, los chochos lilas, violetas y blancos que parecían hablar entre sí en un idioma que el alma comprende sin palabras. Todo vibraba en una armonía invisible. Y pensé que la naturaleza no se esfuerza por ser bella: simplemente lo es. No compite con lo que fue ni teme lo que vendrá. Fluye. Renace. Confía.

    Tal vez ese sea el gran aprendizaje de estas tierras donde el silencio tiene voz: recordar que no necesitamos ser los de antes para merecer el ahora. Que cada día podemos volver a ser distintos, más livianos, más abiertos. Que el dolor, la pérdida o la nostalgia no son enemigos, sino maestros que nos enseñan a soltar la piel vieja para poder florecer otra vez.

    Cuando el sol se escondió detrás del cerro y el aire empezó a oler a humo de leña, sentí una paz antigua. Una certeza sencilla: todo está bien. Todo cambia, y en ese cambio hay vida. La confianza no viene de saber qué ocurrirá, sino de sentir que pase lo que pase, el alma sabrá encontrar su cauce.

    Kayquén volvió del agua empapada y feliz, sacudiéndose la tarde de encima. Reímos juntos —sí, a veces los animales también ríen— y emprendimos el regreso al hogar. Detrás de nosotros, el río seguía hablando, eterno, como si quisiera recordarme que no hay final, solo transformación.

    Quizás eso sea la música enigmática del espíritu: la melodía que nos transporta más allá del crepúsculo, hacia ese espacio donde ya no hay pasado ni futuro, solo la infinita danza del ser.

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