La música del incomparable artista japonés Kitaro, busca expresar sentimientos de armonía y conexión con el universo invitando a la reflexión personal. Este premiado artista, atribuye su talento a las fuerzas del universo y expresa que solo aprendió a confiar en sus oídos y en sus sentimientos para componer, lo que él mismo dice que no son sus composiciones, y que él solo es un medio por el cual éstas buscan darse a conocer. Kitaro ha sido varias veces nominado y premiado, logrando el más importante reconocimiento en el año 2001 quedandosé con el premio Grammy por su disco "Thinking of You". Este disco titulado "Grammy Nominated", es un compilado con algunos de los temas que fueron parte de su repertorio en los premios Grammy.
Kitaro - Grammy Nominated (2010)
01. Spirit Of The West Lake
02. Estrella
03. Itonami
04. As The Wind Blows
05. The Field
06. Koi
07. Main Theme Nile, Version II
08. A Passage Of Life
09. Into The Forest
10. Dance Of Sarasvati
11. Kuu
12. Misty
13. Heaven And Earth
Duración total: 77:36 min.

Neto 2 de agosto de 2012 10:42
ResponderEliminarPara más información sobre este álbum de Kitaro podés entrar en http://aficionadosalarte.blogspot.com.ar/2010/09/kitaro-grammy-nominated.html
Gloria Celeste González Junyent 19 de agosto de 2012 21:49
qué belleza, si bien incluíste una versión cantada, esta instrumental me fascinó, el vehiculo ideal para viajar a lugares insospechados
Neto 19 de agosto de 2012 22:04
Claro Gloria, a mi me gustaba este tema, pero cuando oí el tema cantado por la bella voz china no tuve más remedio que incluir las dos versiones. Gracias.
Neto 24 de noviembre de 2012 09:55
Primer pista del compilado de Kitaro con algunos de los temas que fueron parte de su repertorio en los Premios Grammy a la música New Age. Se trata de la versión instrumental "Espíritu del Lago del Oeste" del CD lanzado en 2007. Me encanta este tema. Que lo disfruten!
Ups... largo el compi 2... y que buenos temazos trae! Bravo! A completarlo llenándolo con los comentarios!
ResponderEliminarKitaro y Yanni son los dos autores que me fascinaron hace mucho...mucho.. tiempo,cuando empezé a interesarme por la música New Age, y que fué en una convención de gimnasia y fitness, que venía desde Brasil, en una de las clases estaba de fondo esta musica y bueno....ese fué el comienzo!
ResponderEliminarEste tema cautiva al corazón... una maravilla hecha canción...
GRACIAS Neto!!
Coincido con vos Sandy que Kítaro y Yanni ganan por afano en este gusto musical que nos une, yo reconozco que no tengo la experiencia en este estilo que tienen vos y Neto y lo que voy conociendo y aprendiendo con ustedes es tanto y tan bueno que prácticamente es la única música que escucho, por ahí mecho un poco con los 80 pero poco vuelvo acá porque lo necesito, y viajar con el acompañamiento de los compis, bueno puedo dar la vuelta al mundo y llego frequita como una lechuga porque me energiza.
ResponderEliminarYo estoy totalmente cautivada por este artista y cada tema posteado es un regalo a los oídos y al corazón....belleza en su estado más puro
Bueno, entonces me alegro de que les haya gustado la selección y a compartir mas temas de Yanni y Kitaro, Vangelis y Rondó... Gracias por comentar!
ResponderEliminar"Había aprendido dos cosas en mitad de aquella charca de sangre verde: la primera, que el dolor cesa cuando dejas de luchar contra la muerte; La segunda, que mientras oigas latir tu corazón tienes que seguir luchando."
ResponderEliminarRyu Murakami (1952). Escritor, novelista, ensayista, músico y director de cine japonés.
“El eco del corazón en los valles del silencio”
ResponderEliminarPor un habitante de Aluminé
Aquí, en Aluminé, cuando la bruma se levanta sobre los lagos y el frío de la madrugada muerde la piel, uno comprende que la vida no es un río sereno. Es una corriente que a veces golpea con fuerza, arrastrando sueños, certezas y hasta la fe en uno mismo. Sin embargo, en medio de esa turbulencia, hay una voz interior —antigua, persistente— que susurra: “mientras oigas latir tu corazón, tienes que seguir luchando.”
Ryu Murakami escribió esas palabras desde la sombra, desde el límite entre el dolor y la resistencia. Aquí, entre montañas y vientos del sur, cobran otro sentido. Porque en esta tierra todo está marcado por la dualidad: la belleza y la dureza, el silencio y el rugido del río, la soledad y la comunión profunda con lo que vive. Y así como la naturaleza resiste los inviernos más largos, también el espíritu humano encuentra su manera de florecer incluso en medio del hielo.
He aprendido, en los inviernos de Aluminé, que el dolor no siempre llega para destruirnos; a veces llega para pulirnos. Como el agua que erosiona lentamente la piedra hasta darle forma, el sufrimiento también es una herramienta del alma. Cuando lo rechazamos, se convierte en un peso insoportable. Pero cuando lo miramos de frente, sin evasión, comienza a transformarse.
En los días más difíciles, he subido a los miradores del cerro Quilque Lil para dejar que el viento despeje mis pensamientos. Y he comprendido que la verdadera sabiduría no consiste en no caer, sino en levantarse sin perder la ternura. El dolor cesa —como decía Murakami— cuando dejamos de luchar contra él, cuando lo aceptamos como parte del misterio que somos.
Aceptar no es rendirse. Es reconocer que la vida no se equivoca, que incluso las noches más oscuras cumplen una función: hacernos escuchar los latidos que antes ignorábamos.
En Aluminé, la vida late en todas partes. Late en los caballos que cruzan el río al amanecer, en los pasos del lonko que camina hacia el fuego del fogón, en el sonido del tambor mapuche que convoca memorias ancestrales. Ese latido es el mismo que llevamos dentro.
Cuando uno se siente perdido, cuando la tristeza o la frustración parecen cubrirlo todo, basta con sentarse junto al río y escuchar. El corazón —ese tambor interno— no miente. Su ritmo nos recuerda que aún hay algo por vivir, algo por ofrecer.
He aprendido que mientras haya pulso, hay propósito. Y que la vida, incluso cuando duele, está pidiéndonos algo: que sigamos creando, que sigamos amando, que sigamos buscando belleza donde otros solo ven ruinas.
Cada amanecer en estas tierras es un pequeño renacimiento. El sol que asoma detrás de los cerros no pregunta si mereces otra oportunidad: simplemente brilla. Esa es su manera de decirnos que siempre se puede volver a empezar.
A veces pienso que los que vivimos aquí, rodeados de naturaleza indómita, aprendemos sin saberlo a ser guerreros del espíritu. No los que combaten afuera, sino los que resisten dentro: resistir al miedo, a la apatía, a la tentación de rendirse.
Porque mientras oigas tu corazón, todavía hay algo por lo cual moverse, incluso si no sabes hacia dónde. Ese latido es un faro. Una brújula que no apunta al norte, sino hacia la esperanza.
Cuando cae la tarde sobre el lago Ruca Choroy y las montañas se tiñen de violeta, el silencio se vuelve casi sagrado. En ese instante, uno siente que el universo entero se detiene para escuchar su propio pulso.
Pienso entonces que el alma, como el agua, solo encuentra paz cuando acepta su naturaleza: fluir, cambiar, transformarse. El dolor, la pérdida, el miedo… son estaciones. Ninguna es eterna. Lo único eterno es la voluntad de seguir andando, aunque sea un paso más, aunque sea solo para ver qué hay detrás del próximo cerro.
El secreto no está en escapar del sufrimiento, sino en atravesarlo con conciencia. Porque del otro lado no nos espera la perfección, sino una versión más verdadera de nosotros mismos.
“Mientras el corazón siga latiendo, la historia sigue escribiéndose.”