Cynthia Lim & Eilleen - Emerald Forest (Single) (2025)

El single "Emerald Forest" de Cynthia Lim junto a Eilleen desliza sus notas como un susurro primaveral que explora vastos escenarios sonoros, revelando una sinfonía íntima bañada en matices de verde esmeralda: la melodía abre paso con delicadeza y evolución, invitando a adentrarse en un bosque interior donde cada tecla vibra con emoción contenida.  Es una obra que, más allá de su virtuosa ejecución, transmite una sensación envolvente de crecimiento y luz emergente: uno siente que las notas brotan de la tierra, se elevan entre hojas imaginarias y finalmente se posan en un claro iluminado. Esta colaboración evidencia no solo la destreza técnica de ambas artistas, sino también una visión conjunta que busca transportar al oyente a un refugio de serenidad, renovación y contemplación.

 
01. Emerald Forest
 
Duración total: 04:30 min.

Comentarios

  1. "Renacer entre cipreses: Reflexiones desde Aluminé"
    Por un caminante del alma

    Hay un silencio aquí en Aluminé que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. No es la ausencia de sonido, sino la presencia viva de algo más profundo: la voz del viento entre los cipreses patagónicos, el murmullo del río que ha aprendido a hablar con las piedras, el crujido de la tierra bajo los pies como si recordara cada paso que damos.

    Vivir aquí no es solo habitar un paisaje; es formar parte de un espíritu antiguo que, como un susurro de los mapuches, nos recuerda a cada instante que la vida no se mide por sus momentos fáciles, sino por las puertas que elegimos abrir cuando todo parece cerrarse.

    David Steindl-Rast dijo una vez:
    "Cada dificultad puede convertirse en la puerta de un nuevo nacimiento."
    Y aquí, en esta tierra de lagos sagrados y amaneceres interminables, esa frase no es metáfora: es ley natural.

    Recuerdo el invierno que casi me quebró.
    La nieve había cubierto la ruta, los animales apenas resistían el frío, y dentro de mí algo crujía, como si mi alma también estuviera congelándose. Me sentía atrapado, sin salida, sin propósito. El cielo parecía demasiado pesado, y cada día era un espejo que me devolvía el mismo vacío. Pero un anciano de la comunidad me dijo con voz pausada:
    "Cuando el árbol pierde sus hojas, no muere… se prepara. ¿Vos qué estás preparando?"

    Aquella pregunta me atravesó como una ráfaga del Lanín. Porque entendí que la dificultad no era el fin: era el umbral.

    En la cultura mapuche, hay un concepto llamado “Küme Mongen”, que significa "vida en equilibrio". Es una forma de ver la existencia como un tejido, donde cada hilo —alegría, tristeza, pérdida, aprendizaje— tiene un propósito. Las dificultades, entonces, no son errores del camino. Son el camino mismo. Sin ellas, no hay transformación.

    Y así fue como empecé a cambiar. No de golpe. Al principio, solo me permití escuchar. Escuchar de verdad: los sonidos de la montaña, las historias de los ancianos, el latido de mi propio corazón en medio del silencio. Me alejé de los ruidos que me confundían, de las voces que decían cómo debía vivir. Empecé a caminar más lento. A mirar más profundo. A agradecer incluso los días más grises, porque entendí que sin ese gris, nunca hubiera reconocido la luz que aún me habitaba.

    Hoy, cuando las dificultades tocan mi puerta, no las niego. Las invito a pasar. Las sirvo con mate caliente y les pregunto qué tienen para enseñarme. Porque aprendí que cada tormenta que me sacudió también me limpió. Que cada pérdida que lloré dejó espacio para una nueva raíz. Que cada vez que sentí que moría una parte de mí, era porque otra parte más verdadera estaba por nacer.

    Vivir en Aluminé es vivir con los ojos abiertos al misterio. Aquí la naturaleza no es paisaje: es maestra. Y nos recuerda que todo renace. Que el invierno más crudo es también el preludio de la primavera. Que incluso el río, cuando encuentra una piedra en su camino, no se detiene: canta más fuerte.

    Así es el alma también. Cuando encuentra obstáculos, puede elegir no quebrarse… sino fluir con más coraje, con más música, con más fe.

    A quienes leen esto desde lugares lejanos, desde ciudades de concreto o corazones cubiertos por nubes densas, quiero decirles:
    No teman a la oscuridad.
    No huyan del dolor.
    Atrévanse a habitar la dificultad como si fuera una antigua cabaña en la montaña, con las paredes gastadas pero el fuego encendido. Porque, créanme, en ese lugar… puede comenzar un nuevo nacimiento.

    Desde Aluminé, tierra de silencio que canta y viento que enseña, los abrazo con espíritu abierto y los invito a renacer, cada día, en lo que duele, en lo que cambia, en lo que crece.

    Que esta música interior que llevamos nos siga guiando más allá del crepúsculo… hacia la belleza de lo que aún no somos, pero ya intuimos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario