El álbum "Sports" de John Tesh es un regreso a la música instrumental original para el compositor, inspirado en su larga carrera cubriendo y musicalizando eventos deportivos icónicos. El disco, que incluye once temas nuevos, fusiona su estilo característico de poder orquestal y energía de rock para capturar la emoción y el drama de la competición atlética. Un elemento central del álbum es la inclusión de "Roundball Rock", su famosa composición para las transmisiones de la NBA en NBC, presentada tanto en su versión original como en una nueva "The Shredded Version", que añade elementos de guitarra eléctrica. El proyecto busca capturar la energía, tensión y alegría de la competición atlética convirtiéndose en una celebración musical del deporte, diseñada para inspirar y motivar.
John Tesh - Sports (2025)
01. Chasing Gold
02. Overtime
03. Mile 18
04. The Dream Mile
05. The Iron War
06. Kona
07. Beast Mode
08. Legendary
09. Adrenaline
10. Paris 78
11. Battleground
12. Roundball Rock
13. Roundball Rock - The Shredded Version
Duración total: 51:20 min.
01. Chasing Gold
02. Overtime
03. Mile 18
04. The Dream Mile
05. The Iron War
06. Kona
07. Beast Mode
08. Legendary
09. Adrenaline
10. Paris 78
11. Battleground
12. Roundball Rock
13. Roundball Rock - The Shredded Version
Duración total: 51:20 min.
🔥 El fuego invisible de la tradición
ResponderEliminar"La tradición no es la adoración de las cenizas, sino la transmisión del fuego." – Gustav Mahler
En los rincones más ocultos del alma humana, arde un fuego que no consume, sino que transforma. Es el fuego del sentido, del propósito, de aquello que viene de lejos y nos impulsa hacia lo desconocido. Mahler, con su sabiduría de compositor del alma, nos recuerda que la verdadera tradición no vive en lo muerto, en lo que ya se ha enfriado, sino en lo que aún arde: la llama viva del espíritu en movimiento.
Las cenizas son memoria, sí, pero también son peso. Nos atan a lo que fue, a lo que ya no puede cambiar. Son monumentos al pasado cuando se les rinde culto, y nos convierten en estatuas de sal mirando hacia atrás. Pero el fuego… el fuego es otra cosa. Es energía, es impulso, es pasión. Y esa llama, si la sabemos reconocer, nos conecta con algo más grande que nosotros mismos: con los ancestros que soñaron, con los maestros que transmitieron, con los caminos que aún no hemos recorrido.
En tu camino de superación, no te aferres a las cenizas de lo que perdiste, de lo que fallaste, de lo que "siempre se hizo así". Eso es la prisión del alma. Busca, en cambio, el fuego que quedó —a veces pequeño, a veces oculto bajo la rutina o el miedo— y sopla sobre él con intención, con amor, con fe. Transforma esa chispa en una antorcha.
Cada acto auténtico que haces, cada nota que nace de tu verdad, cada paso que das hacia tu evolución es una llama que se pasa a otro corazón, aunque no lo veas. Eso es tradición viva: no repetir por repetir, sino crear desde lo esencial.
Y en la música —como en la vida— el fuego se transmite en silencio, entre notas, en lo que no se dice pero se siente. Escucha. El fuego sigue ahí. No estás aquí para custodiar cenizas. Estás aquí para encender mundos.
🔥 "El Fuego que No se Apaga: Reflexiones desde Aluminé"
ResponderEliminarPor un viajero del alma entre montañas, viento y memoria ancestral
“La tradición no es la adoración de las cenizas, sino la transmisión del fuego.”
— Gustav Mahler
Cuando la bruma del amanecer desciende sobre las aguas azules del río Aluminé, hay un silencio que no es vacío. Es un susurro. Una voz que viene desde tiempos antiguos, hablada por el viento entre los coihues y pehuenes, escrita en el vuelo de los cóndores, grabada en la tierra que vibra con historias aún vivas.
Vivir aquí, en Aluminé, no es solo habitar un lugar. Es convivir con el alma de un territorio que respira. Es aprender que la sabiduría no siempre llega envuelta en palabras, sino en el crujir del fuego, en el aroma del piñón tostado, en las manos callosas de una abuela mapuche que, sin decir nada, lo dice todo.
Hay una creencia errónea que muchos llevan como una carga: que la tradición es una jaula. Que mirar hacia atrás es rendirse. Pero aquí aprendí algo diferente. En cada ceremonia mapuche, en cada conversación junto al fogón, entendí lo que Mahler quiso decir: no heredamos cenizas, heredamos llamas. Heredamos propósito.
Las cenizas son lo que queda cuando dejamos morir el sentido. El fuego es lo que pasa de corazón en corazón cuando vivimos con intención. No se trata de repetir rituales por costumbre, sino de comprender su espíritu y mantenerlo vivo, adaptado a nuestro andar, pero sin que pierda su alma.
Tú también tienes ese fuego. Aunque vivas lejos de estas montañas, aunque tus raíces parezcan cortadas o quemadas por el tiempo. En tu interior hay brasas esperando que las soples con decisión, con valentía, con deseo de significar algo más en este paso fugaz por el mundo.
Aluminé no me enseñó únicamente a mirar hacia fuera, hacia la belleza natural, sino a mirar hacia dentro. Aquí, uno se enfrenta con su sombra en los reflejos del lago Ruca Choroy, con sus miedos al oír el ulular del viento en la noche, y con sus sueños cuando ve los astros titilando sobre el cielo más limpio que haya contemplado jamás.
No hace falta estar en estas tierras para hacer ese viaje. Basta detenerte. Respirar. Encender una vela y preguntarte: ¿Qué parte de mi fuego estoy negando? ¿Qué historia mía estoy dejando apagar por miedo a no ser comprendido? ¿Qué llama debo pasarle al otro para que su oscuridad no lo devore?
Los ancianos de aquí no enseñan gritando, enseñan caminando. Enseñan compartiendo. Uno no recibe la sabiduría como un manual, sino como un fuego que se ofrece en silencio, con respeto. Así deberíamos vivir todos: encendiendo al otro sin consumirnos, iluminando sin cegarlo.
Transmitir no es imponer, es ofrecer. Es permitir que el otro tome su chispa y haga su propia fogata. Y eso, a veces, es el mayor acto de amor y de sanación que podemos brindar.
En el instante exacto en que el sol se oculta detrás del cerro Batea Mahuida, el cielo se enciende en un fuego celestial. Y en ese espectáculo diario, me doy cuenta: no hay final, solo transformación.
El fuego de la tradición, de la espiritualidad, del arte, del alma… no muere. Cambia de forma. Se oculta para revelarse de nuevo. Como tú. Como yo. Como todos los que estamos en este viaje llamado vida.
No te apegues a las cenizas. No temas al fuego que ruge dentro de ti. No te olvides de encender a otros con tu pasión, con tu historia, con tu autenticidad.
Porque más allá del crepúsculo… hay un nuevo amanecer esperando ser creado.
🌀 Donde el fuego ancestral guía la sinfonía eterna del alma.