"Autumn Reverie" de James Michael Stevens es una colección profundamente evocadora de composiciones para piano que captura con sutileza la melancolía y la magia del otoño. Cada pieza es un susurro introspectivo, una hoja que cae lentamente entre acordes suaves y melodías contemplativas. Con su estilo característico de romanticismo moderno, Stevens no solo pinta paisajes sonoros de crepúsculos dorados y brisas nostálgicas, sino que ofrece un refugio emocional para quienes buscan calma en medio del ruido. "Autumn Reverie" es más que un álbum: es una pausa, un espacio donde lo efímero y lo eterno se abrazan, recordándonos que incluso la melancolía puede ser hermosa cuando se convierte en música. Un viaje musical donde podemos reencontrar nuestra voz interior.
James Michael Stevens - Autumn Reverie (2025)
01. When I Was Young
02. Autumn Leaves Are Calling (Piano Solo)
03. Breath of the Morning
04. Gulf Breeze
05. Shadows and Dreams (Piano Solo)
06. Smoke Mountain Lake
07. On the Waterfront
08. When Fairies Dream
09. Blue Shore (Piano Solo)
10. Sunset Lake (Piano Solo)
11. Wings at Dusk
12. Stars and Silhouette
Duración total: 37:39 min.
01. When I Was Young
02. Autumn Leaves Are Calling (Piano Solo)
03. Breath of the Morning
04. Gulf Breeze
05. Shadows and Dreams (Piano Solo)
06. Smoke Mountain Lake
07. On the Waterfront
08. When Fairies Dream
09. Blue Shore (Piano Solo)
10. Sunset Lake (Piano Solo)
11. Wings at Dusk
12. Stars and Silhouette
Duración total: 37:39 min.
🌄 "Escuchar el Silencio de los Otros"
ResponderEliminarPor un viajero del espíritu entre ríos y volcanes
Aquí en Aluminé, donde el murmullo del río canta secretos antiguos y los álamos tiemblan como si recordaran vidas pasadas, he aprendido que los sonidos más profundos no siempre vienen con palabras.
Hay un silencio aquí que no es ausencia, sino presencia.
Es un lenguaje distinto, uno que no se dice, sino que se siente. Un susurro que viene de la tierra, de los ojos de quienes cruzan tu camino, del viento que baja del cerro Batea Mahuida trayendo historias en mapudungun, que no siempre entiendo con la mente, pero sí con el alma.
Hoy quiero hablarte desde este silencio vivo, a ti que lees desde lejos pero con el corazón cerca, porque —como bien dijo Bryant H. McGill— “Una de las formas más sinceras de respetar al otro es prestar atención a lo que nos quiere decir.”
Pero, ¿cómo prestamos atención en un mundo que ha hecho del ruido una costumbre?
En una caminata por los senderos del bosque nativo, me crucé con un hombre mayor que cuidaba su rebaño de cabras. No hablaba mucho. Me ofreció mate con una sonrisa que decía más que un discurso. Nos quedamos mirando la inmensidad sin decir palabra, solo oyendo el lenguaje de los pájaros, el crujido de las hojas, el alma del otro respirando despacio.
Y comprendí que escuchar al otro no es solo oír sus palabras, sino abrir el espacio para que sea, sin juicio, sin interrupción. Escuchar es un acto sagrado, es quitarse del centro, es rendirse.
Prestar atención a alguien, con verdadera presencia, es decirle: “Te veo. Te reconozco. Eres real para mí.”
Es un puente invisible que nos une más allá de ideologías, historias o heridas.
Muchas veces creemos que estamos solos en nuestra lucha interna, que nuestro dolor es único. Pero cuando prestamos verdadera atención al otro, cuando lo miramos sin armaduras, descubrimos que sus batallas no son tan distintas a las nuestras.
En Aluminé, el agua corre por los mismos cauces de siempre, pero nunca es la misma. Así también somos nosotros. Cambiamos, pero seguimos siendo ríos buscándose entre piedras. Y cada persona que se cruza en nuestro camino, lleva en sí una corriente de sabiduría que puede mostrarnos algo que necesitamos ver.
¿Y si ese otro que nos irrita nos está mostrando una parte negada de nosotros?
¿Y si esa persona que habla mucho en realidad está suplicando ser escuchada por primera vez en su vida?
El espíritu que viaja —como el de este blog— no lo hace solo por geografías externas, sino por los territorios ocultos del alma. Y allí, cada encuentro se vuelve espejo, y cada palabra escuchada con atención se transforma en medicina.
Mientras escribo esto, el sol comienza a rendirse detrás de las montañas. Las sombras se alargan, como si quisieran abrazar lo que el día no alcanzó a decir. Es el momento en que el espíritu empieza a susurrar más fuerte.
La atención plena es el portal hacia esa dimensión.
Escuchar es entrar en comunión con la esencia del otro, es hacer silencio interior para que el alma del mundo nos hable. Es darnos cuenta de que, al atender con sinceridad, también nos sanamos a nosotros mismos.
Porque en este viaje —enigmático, hermoso, a veces solitario— no hay acto más humano, ni más divino, que mirar al otro con el corazón abierto, y decirle, sin necesidad de voz:
“Estoy aquí. Te escucho. Tu existencia importa.”
La próxima vez que alguien te hable, aunque sea brevemente…
haz el intento de estar completo en ese momento.
No con la mente, sino con el alma.
Puede que descubras algo sagrado en lo cotidiano.
Puede que, sin saberlo, estés abriendo una puerta más allá del crepúsculo.
🌌✨ Desde Aluminé, con atención y asombro.