"Lifeforce" es el álbum de regreso del grupo de smooth jazz 3rd Force, lanzado en 2025. Después de casi una década de silencio desde su exitoso álbum anterior, Global Force (2016), este disco celebra el 30 aniversario de la banda. El álbum es una mezcla vibrante de jazz-funk, música del mundo y soul cinematográfico, y cuenta con la colaboración de 17 músicos invitados de renombre internacional. Entre los colaboradores destacan el guitarrista Brian Hughes y el virtuoso de la guitarra acústica Lawson Rollins. En general, el álbum es descrito como un viaje musical que combina la esencia del sonido característico de 3rd Force con una evolución que incorpora nuevas influencias y una mayor espontaneidad. El álbum fue creado por los miembros fundadores William Aura y Craig Dobbin.
3rd Force - Lifeforce (2025)
01. Time For Wonderful
02. Onward and Upward
03. Precious
04. Show Me The Way
05. I Stand With You
06. Now And Forever
07. Reach Out
08. Soul Fiesta
09. This Is The Love
10. Don't Say Goodbye
Duración total: 50:20 min.
01. Time For Wonderful
02. Onward and Upward
03. Precious
04. Show Me The Way
05. I Stand With You
06. Now And Forever
07. Reach Out
08. Soul Fiesta
09. This Is The Love
10. Don't Say Goodbye
Duración total: 50:20 min.
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“La tierra es insultada, y ella ofrece sus flores como respuesta”, dice Tagore, y esa frase abre un portal interior. Porque también así es nuestra vida: las ofensas, las heridas, los golpes invisibles… y, sin embargo, el alma responde con belleza, con ternura, con un aroma secreto que no puede ser apagado. Tal vez el verdadero poder está en esa suavidad indomable que, en vez de luchar contra la dureza del mundo, la disuelve con gracia.
ResponderEliminarHoy la música de Lifeforce resuena como esa respuesta floral de la tierra. Un álbum que marca un regreso, pero no un regreso cualquiera: después del silencio, brota con una vitalidad renovada, con colaboraciones que enriquecen su raíz y con la celebración de 30 años de camino. Es como si la vida nos recordara que no hay pausa que no pueda convertirse en germen de algo más grande. La música de 3rd Force es una savia que corre entre lo ancestral y lo nuevo, uniendo culturas, ritmos, mundos, y nos enseña que la fuerza de la vida está en la mezcla, en el cruce, en la espontaneidad que florece sin pedir permiso.
Y yo, viajero interior, me descubro esta mañana caminando entre el frío de la nieve y la tibieza del sol. El contraste me envuelve, como si mi propio cuerpo fuera esa tierra capaz de albergar tanto hielo como fuego. Me doy cuenta de que cada día soy también un campo fértil: lo que entra en mí puede ser insulto, dolor, desgaste, pero lo que elijo ofrecer es semilla, flor, fruto. La nieve se derrite lentamente, como el peso de lo viejo, y deja aparecer lo verde escondido. Ese es mi compromiso hoy: dejar que la belleza venza, dejar que la fragancia de lo íntimo se expanda.
Más allá del crepúsculo, ya presiento que el día se irá llenando de matices. Y en ese tránsito secreto me preparo para lo inesperado: el amor que llega sin nombre, el gesto sencillo que salva una jornada, la melodía que enciende un recuerdo. La tierra siempre responde con flores; yo quiero aprender a responder con luz. Que este sábado sea eso: un acto silencioso de florecer, incluso cuando nadie lo espera, incluso cuando el invierno aprieta. Porque florecer no es una opción: es el lenguaje natural del alma.
Cierra los ojos un instante.
Respira profundo, lento… siente cómo entra el aire helado de este sábado de invierno y se transforma dentro de ti en calor, en energía vital.
Pon tu mano derecha sobre el pecho y la izquierda sobre tu bajo vientre. Imagina que ambas palmas son dos soles que despiertan.
Desde tu vientre sube una corriente tibia, serpenteante, que busca encontrarse con el fuego de tu corazón.
Cuando se encuentran, respira hondo tres veces… y visualiza una flor blanca abriéndose en medio de la nieve, invencible, luminosa.
Esa flor eres tú.
Mantén la imagen unos segundos… y luego abre los ojos suavemente.
El día ya tiene tu sello, tu ofrenda y tu fuerza. 🌸🔥
🌾 “El silencio de la tierra que florece”
ResponderEliminarPor alguien que habita entre los vientos de Aluminé.
Vivo en Aluminé, donde el aire tiene memoria y los cerros conservan nombres que solo el viento pronuncia bien. Aquí, el amanecer no irrumpe: se desliza como una respiración del alma. Cada mañana me recuerda que la vida es una música secreta que vibra en el fondo del corazón, aun cuando creemos haberla olvidado.
Pienso en las palabras de Tagore: “La tierra es insultada, y ella ofrece sus flores como respuesta.”
Y entiendo que no son solo poesía, sino sabiduría.
También nosotros, como la tierra, somos heridos y, aun así, tenemos la capacidad de florecer.
Los abuelos mapuches dicen que la Ñuke Mapu, la Madre Tierra, tiene un pulso que se escucha si uno sabe callar. Ese pulso atraviesa montañas, lagos, raíces y cuerpos. No late como un corazón, sino como una respiración infinita que une todo lo vivo.
A veces, cuando contemplo el lago Ruca Choroy o el curso sereno del Aluminé, cierro los ojos y escucho.
El agua enseña paciencia.
El viento, humildad.
La montaña, perseverancia.
Y comprendo que cada elemento ha aprendido el arte de responder sin rencor: el árbol no niega sombra al leñador; la flor no deja de abrirse por miedo al invierno.
Esa es la verdadera fuerza espiritual: responder con creación, no con destrucción.
Florecer incluso cuando la vida parece árida.
En Aluminé las estaciones no solo cambian: enseñan.
El invierno invita al silencio; la primavera, al perdón; el verano celebra; el otoño recuerda.
Cada ciclo es un espejo del alma humana. Todos atravesamos inviernos internos, momentos donde el espíritu parece dormido. Pero la tierra muestra que nada está perdido: solo espera el tiempo del renacer.
Cuando me siento sin rumbo, apoyo la palma sobre el suelo frío.
Siento su pulso y pienso: “Si la tierra soporta tanto y aún florece, ¿por qué no habría yo de hacerlo?”
El insulto del mundo no siempre llega con palabras: a veces es la indiferencia, la injusticia o el ruido.
La tierra no discute con eso; responde creando belleza.
La flor que brota entre las piedras no busca aplausos: simplemente cumple su destino de dar color donde nadie lo esperaba.
Esa actitud es una lección de superación:
seguir dando lo mejor, incluso cuando nadie lo reconoce.
No como resignación, sino como acto sagrado.
Responder al dolor con arte, al caos con silencio fértil.
Porque cada vez que elegimos florecer, aunque el mundo nos haya herido, algo en el universo se armoniza.
Cuando el sol se oculta detrás de los cerros y el cielo se tiñe de cobre y violeta, el espíritu se aquieta.
El río murmura su despedida, el aire huele a leña y promesa.
En ese instante comprendo que no estamos separados de la tierra: somos su conciencia, su voz que se pregunta, su mirada que se asombra.
La tierra no guarda rencor porque su sabiduría está más allá del ego.
Nos enseña que la respuesta al daño es el crecimiento.
Cada flor que nace después de la tormenta es una lección silenciosa de resiliencia.
Vivir es aprender a florecer sin esperar condiciones perfectas.
Transformar las heridas en raíz, los errores en semilla, y el paso del tiempo en perfume.
Porque, como dice Tagore, incluso insultada, la tierra responde con flores.
Y si ella —madre de todo lo que somos— puede hacerlo, también nosotros.
En Aluminé lo veo cada día: entre las montañas, el río y el viento, la vida insiste.
Y esa insistencia es el mayor acto de amor del universo.
Florecer no es un destino: es una decisión del alma.