El tema "Preludio All'amore (Preludio al amor)" de Rondó Veneziano, pertenece al quinto álbum de esta orquesta de cámara italiana, que incorpora elementos del rock: un sintetizador, un bajo y una batería. Rondó Veneziano logra interpretar una música única, cálida. Este es simplemente, uno de los mejores grupos europeos, que suenan muy bien. Un grupo que tiene una acertada forma de combinar la música clásica con las buenas cadencias modernas utilizando instrumentos de toda índole; un combinado de instrumentistas de escuela clásica con un toque añadido que le dá personalidad; todo ello dirigido por el maestro Gian Piero Reverberi, toda una autoridad en su país, Italia, en el campo de la música clásica.
Rondo Veneziano - Casanova (1985)
01. Casanova
02. Donna Lucrezia
03. Nuovi Orizzonti
04. Nostalgia Di Venezia
05. Rosaura
06. Giardino Incantato
07. Sogno Veneziano
08. Bettina
09. Preludio All'Amore
10. L'Orientale
11. Interludio
12. Cecilia
Duración total: 40:08 min.

Neto 4 de agosto de 2012 01:20
ResponderEliminarPara más información sobre este grupo y CD visitá http://elrincondemike.lacoctelera.net/post/2006/04/30/rondo-veneziano-casanova
Gloria Celeste González Junyent 8 de agosto de 2012 20:20
Neto este Rondó es de una belleza extrema, esperemos que sigas compartiendo más temas
Neto 8 de agosto de 2012 20:53
Gloria, cómo andás? La verdad que este grupo de música barroca contemporánea lo conocí en el año 2009 cuando estuve en Buenos Aires unos meses... me atrapó tanto su música que me bajé la discografía completa por internet. Tiene tantos temas alegres e interesantes que los voy a seguir compartiendo cada tanto. No te preocupes que tendrás la mejor selección de sus canciones preferidad. Que sigas bien y gracias una vez más por compartir tus comentarios en el blog. Sos muy generosa!
Rondó Veneziano! Que grupo! Que compilados armábamos en los comienzos! Estaria bueno buscar algún tema de este grupo y compartirlo en uno de estos días! ¿no les parece? manos a la obra!
ResponderEliminarME ENCANTA! Sii porfa Netito! Es tan suave, melodica, armonizada esta música....Es la banda preferida de Edén Ludwig para dormir mientras observa a las haditas danzar en la cajita de música!!!
ResponderEliminarGRACIAS GRACIAS GRACIAS por compartir tantos tesoros MagiKos!!
Amo a Rondó Veneziano y lo conocí acá en nuestro rincón amado, cada uno de los temas que posteas son un deleite para los oídos más exquisitos, y me precio de que nuestros oídos están en esa categoría, siiiiiiiiiiiiii hay que seguir compartiéndolos en cuanto se pueda o quiera porque siempre serán bienvenidos estos musicazos de la ostia que nos deleitan hasta lo más íntimo.
ResponderEliminaren estos momentos estoy en vaya uno a saber en qué planeta que me llevó este grupo......
Oki Sandy... he descargado varios álbumnes de Rondó en buena calidad de mp3 a 320, así que seguramente, en un día de estos se me dá por escuchar alguno y compartirlo en el blog! A mí también me gusta mucho y espero que a Edwing también para ver bailar a las haditas! Gracias
ResponderEliminarGloria: no estáras en el Planeta de los Simios! jajaja (chiste) Seguiremos compartiendo la mejor selección de temas de Rondó! Gracias por escribir!
:-)
ResponderEliminar:P
ResponderEliminar;-0
ResponderEliminar:) jajaja
ResponderEliminarO-O
ResponderEliminar-----
#O$YOI$PO$¨¨"#!"$OIP!"¨ÑJEP!
ResponderEliminarSi
ResponderEliminar#################### más interferencia #################
ResponderEliminarups ********** sisi, no sabés cuánta ******** llama al bombero que se incendia el rancho....**** no te copio**** ups
ResponderEliminarups... ahora que leo los comentarios que generaron la interferencia, el incendio y los guiños locos... buaaaaaaaaaaaaaa La caída de la netbook que hizo que se me estropeara el disco duro me hizo perder la colección de este grupo Rondó Veneziano...
ResponderEliminarBueno, no importa... no sé si estaré empapado por llorar o por la transpiración del calor agobiante de la tarde de hoy o el remojón en la Pelopincho... pero bueno, ya bajaremos nuevamente la colección y compartiremos algún tema más...
Pero eso será.... DESPUES DE LAS VACACIONES!!!! jajajaja (se nota que necesito descanso? jijijijijiji)
"El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido."
ResponderEliminarLao Tse, filósofo chino.
🌒 “Los lazos que no se ven: una meditación desde Aluminé”
ResponderEliminarPor un guardián del silencio
Hay tardes en Aluminé en las que el viento parece tejer hilos invisibles entre las montañas.
Uno los siente, aunque no los vea.
Cruzan el aire como una música sutil, uniendo los árboles, los ríos y los corazones de quienes habitamos este rincón del mundo.
Aquí, en la soledad sonora de la Patagonia, comprendí que no todas las uniones necesitan manos.
Algunas se construyen con la mirada, con el silencio, con la intención pura.
Y otras, las más profundas, nacen del alma y permanecen más allá de las distancias o del tiempo.
Lao Tse tenía razón: el que realmente sabe unir no necesita nudos.
Porque lo que se ata con amor, comprensión o presencia verdadera,
no se deshace jamás.
En Aluminé, la vida es sencilla y sabia.
El fuego del hogar no sólo calienta, también enseña.
El río no sólo corre, también conversa.
Y cada amanecer, con su luz suave sobre los cerros,
nos recuerda que lo esencial nunca se aferra, sólo se comparte.
He visto a los pobladores saludarse con un gesto, una mirada, un mate que pasa de mano en mano.
No hay palabras grandilocuentes, pero sí una conexión profunda.
Como si cada gesto fuese una cuerda invisible que nos recuerda:
“no estamos solos”.
El pueblo mapuche llama a esa fuerza invisible “ngen”,
el espíritu que habita en cada elemento,
el hilo que enlaza al ser humano con la tierra,
al agua con el cielo,
a la comunidad con el todo.
Esa conciencia de pertenencia es también una forma de unión sin nudos.
A lo largo de los años, he aprendido que muchas veces queremos retener:
a las personas, los momentos, los sueños.
Intentamos atar lo que amamos con cuerdas de miedo o necesidad,
y terminamos asfixiando lo que buscábamos proteger.
Pero el viento de Aluminé me ha enseñado otra cosa:
el amor, la amistad, la paz interior no se amarran, se sueltan.
Y cuando se sueltan desde el corazón, no se van:
regresan transformadas, libres y verdaderas.
Hay un tipo de unión que no depende de la presencia física,
ni del tiempo, ni de la promesa.
Es la unión de las almas que se reconocen en su autenticidad.
Esa unión —la del que “sabe atar sin nudos”—
no puede ser deshecha por la distancia,
porque nace en un lugar donde nada puede romperse.
Recuerdo una noche en la orilla del lago Ruca Choroy.
El cielo era un océano estrellado,
y el reflejo de la luna parecía coser la superficie del agua con hilos de plata.
En ese instante sentí que el universo entero era un tejido,
y que cada ser —humano, piedra o pájaro— era un punto de luz dentro de esa gran trama.
Comprendí que los lazos más fuertes no son los que nos atan,
sino los que nos recuerdan quiénes somos.
Los que no exigen, los que no pesan, los que dejan espacio para crecer.
Así como la raíz del árbol sostiene, pero no encadena.
Cuando uno vive en contacto con la naturaleza, aprende la sabiduría de lo invisible.
El amor verdadero no es dominio, es equilibrio.
La amistad no es obligación, es presencia.
Y la fe no es una cadena, sino un puente.
Quizás por eso Lao Tse hablaba de quien “sabe atar” sin usar cuerdas.
Porque ese saber no se enseña con palabras, sino con ejemplo.
Es el arte de unir sin poseer, de acompañar sin invadir,
de estar sin pretender cambiar al otro.
Hoy, mientras el sol se esconde detrás del cerro y el aire huele a leña y promesas de lluvia,
pienso que cada día es una oportunidad para practicar ese arte sutil.
Para mirar sin juzgar.
Para escuchar sin interrumpir.
Para amar sin condiciones.
Porque cuando uno vive desde esa vibración —desde ese atar sin nudos—,
descubre que todo lo que realmente importa ya está unido desde antes.
Que la vida misma es una red invisible de conexiones perfectas,
y que nuestro papel no es dominarla, sino sentirla.
Y así, entre montañas y silencios,
el alma aprende a confiar en el poder de lo invisible.
En los vínculos que no se ven pero que sostienen.
En la certeza de que lo que fue unido con amor verdadero
no hay viento, tiempo ni distancia que pueda desatar.