El sencillo "Gratitude (Radio Edit)" de Liquid Mind, es una pieza destacada del álbum "Liquid Mind XV: In The Love". Esta versión abreviada de la composición original ofrece una experiencia auditiva más accesible sin perder la esencia de su mensaje. La obra, creada por Chuck Wild, busca transmitir la importancia de la gratitud como base de relaciones saludables y como una forma de amor universal. El tema se enmarca dentro de un álbum que celebra diversas formas de amor y conexión humana. La versión "Radio Edit" mantiene la atmósfera relajante característica de Liquid Mind, utilizando texturas suaves y armoniosas que invitan a la introspección y al bienestar emocional. Esta adaptación permite que la música llegue a una audiencia más amplia sin comprometer su propósito meditativo.
Liquid Mind - Gratitude (Radio Edit) (Single) (2025)
01. Gratitude (Radio Edit)
Duración total: 04:38 min.
01. Gratitude (Radio Edit)
Duración total: 04:38 min.
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🌄 “A la sombra del pensamiento”
ResponderEliminarPor un caminante del sur
“Nos sentamos a la sombra de nuestros pensamientos, y nos preguntamos por qué no nos llega la luz del sol.” — Ram Dass
Vivo en Aluminé, un rincón donde el viento parece recordar los pasos de los antiguos y el agua murmura secretos que sólo entienden quienes se detienen a escuchar. Aquí, entre montañas y lagos que espejan el alma, aprendí que el silencio no está vacío: está lleno de respuestas que se revelan sólo cuando dejamos de correr detrás del ruido.
Cada amanecer en la cordillera es un acto de revelación. La luz no irrumpe: se filtra despacio entre los coihues, pinta las piedras de cobre, despierta al mundo con un suspiro de claridad. Pero hay días en que, aun con el cielo despejado, no sentimos el sol. Nos pesa el corazón, y la mente levanta nubes donde no las hay. Entonces entiendo lo que decía Ram Dass: nos sentamos a la sombra de nuestros pensamientos… y luego nos preguntamos por qué no llega la luz.
He visto al río Aluminé abrirse paso entre las piedras con paciencia infinita. No las evita ni las rompe: las abraza, las rodea, y sigue su curso. La mente podría fluir igual, si no se aferrara al peso de lo que fue. Pero el pensamiento humano, a veces, se queda detenido en la piedra del pasado. Nos sentamos bajo esa sombra buscando descanso, sin notar que ella misma es la que nos roba el sol. Y sin embargo, hay belleza en esa sombra: es ella la que nos muestra de dónde viene la luz.
En las noches frías de Patagonia, cuando el cielo parece un misterio tachonado de estrellas, encendemos el fuego y escuchamos historias mapuches: del ngen-ko, el espíritu del agua, o del püllü, el alma que habita todas las cosas vivas. En esas voces antiguas comprendí que la luz no llega desde afuera, sino que despierta desde adentro. El küme mongen —el buen vivir— no significa vivir sin dolor, sino en equilibrio. Aprender a mirar la sombra sin miedo, sabiendo que también es maestra.
A veces, mientras el viento baja del Ruca Choroy y golpea los álamos, todo parece susurrar el mismo mensaje: “Suelta. No pienses tanto. Mira.” Y entonces uno comprende que la superación personal no siempre nace de la lucha, sino de la rendición. No rendirse al fracaso, sino a la claridad de ver que el dolor no es enemigo, sino un llamado a despertar.
Una tarde subí al mirador del Rahue. Desde allí, Aluminé parecía un sueño suspendido entre montañas. Me senté a mirar cómo el sol caía, y entendí algo tan simple que dolía: el sol nunca deja de brillar. Somos nosotros quienes giramos. Basta girar otra vez —abrir los ojos, respirar— para sentir su calor.
La música también hace eso. Atraviesa las sombras del pensamiento y toca el espíritu sin pedir permiso. Por eso, cuando escucho las melodías que acompañan el atardecer en este valle, siento que cada nota me invita a volver a casa, a mí mismo. Porque más allá del crepúsculo, donde el día y la noche se abrazan, también el alma encuentra su equilibrio.
Aquí, donde el tiempo parece ir más despacio y la tierra aún respira su origen, aprendí que la iluminación no consiste en eliminar la sombra, sino en descansar bajo ella sin olvidar que el sol está ahí, esperando.
La próxima vez que sientas que la luz no te alcanza, no corras a buscarla afuera. Cierra los ojos. Escucha. Tal vez la sombra en la que estás no sea un castigo, sino el abrazo que la vida te da antes de mostrarte un nuevo amanecer.