"Enchanted Places" de Andy Rogers es un álbum que invita a un viaje musical a través de paisajes míticos y legendarios. Este trabajo se enmarca en el género de la música de relajación y New Age, con una atmósfera creada por suaves teclados y sonidos ambientales. El álbum, ideal para la atención plena y la relajación, se inspira en lugares icónicos como el legendario Tintagel y la Isla Sagrada de Lindisfarne, evocando una sensación de misterio y encanto. "Enchanted Places" ofrece una experiencia auditiva serena, diseñada para la evasión y la conexión con la naturaleza y la fantasía. La composición, dominada por teclados suaves y texturas ambientales, busca no solo relajar, sino también estimular la imaginación convirtiendo la experiencia de escucha en un viaje personal.
Andy Rogers - Enchanted Places (2024)
01. Tintagel - The Castle on the Cliffs
02. Arthur's Stone (Cefn Bryn)
03. Sailing to Avalon
04. Lindisfarne - Holy Island
05. Sherwood Forest
06. Diving to Atlantis
07. A Faerie Ring
08. The Dryad Pool
09. Sunset over Lundy Island
10. Styx & the Ferryman
Duración total: 52:28 min.
01. Tintagel - The Castle on the Cliffs
02. Arthur's Stone (Cefn Bryn)
03. Sailing to Avalon
04. Lindisfarne - Holy Island
05. Sherwood Forest
06. Diving to Atlantis
07. A Faerie Ring
08. The Dryad Pool
09. Sunset over Lundy Island
10. Styx & the Ferryman
Duración total: 52:28 min.
🌌 El Alma de las Cosas 🌌
ResponderEliminar"La poesía es el esfuerzo continuo por expresar el alma de las cosas; es ir más allá de la materia para buscar la causa de su existencia."
— Ralph Waldo Emerson
En el misterio que envuelve la existencia, donde la razón se detiene y el alma comienza a susurrar, se alza la poesía como un puente invisible entre lo tangible y lo eterno. Emerson no hablaba solo de versos, sino del impulso ancestral que nos lleva a mirar más allá de la forma, del color, del sonido… y descubrir el espíritu que vibra detrás de todo.
En un mundo que parece devorado por lo superficial, la poesía —como la música New Age— nos invita a volver a lo esencial, a reconectar con el pulso cósmico que late en lo oculto. Cada nota, cada palabra, cada silencio… es un intento por descifrar ese enigma: ¿qué hay detrás de lo que vemos? ¿Qué energía sostiene el universo, y cómo podemos sentirla en nosotros?
Buscar el alma de las cosas es un acto de valentía. Es negarse a aceptar lo evidente como verdad final. Es rendirse al misterio y aceptar que no todo debe ser comprendido con la mente; algunas verdades solo pueden ser sentidas en el espíritu.
Así como la música New Age nos transporta más allá del crepúsculo, hacia lugares donde la lógica no alcanza, esta reflexión nos recuerda que somos más que materia, más que historia, más que destino: somos intérpretes de un poema cósmico en constante revelación.
Y tú…
¿Has sentido hoy el alma de las cosas?
"Aluminé: donde el alma de las cosas canta en silencio"
ResponderEliminarPor un habitante del viento
Vivir en Aluminé es vivir en un susurro antiguo. Aquí, las montañas no son solo tierra elevada: son columnas del misterio. El río no es solo agua que corre: es un canto que lleva siglos buscando ser comprendido. Y yo —apenas un ser humano con un cuaderno y un corazón inquieto— intento cada día escuchar lo que no se dice, ver lo que no se muestra, tocar lo invisible.
He comprendido que lo esencial no se explica. Se siente. Y ese sentir profundo, sin nombre, es la poesía verdadera. No la que escribe la mano, sino la que escribe el universo cuando respira en nosotros.
Hay mañanas en las que el rocío en las hojas brilla con una ternura que no se puede traducir. Tardes en que el viento baja desde el cerro como una melodía de otro mundo. No sé si eso es Dios, o el alma del mundo, o la voz de mis ancestros. Pero sé que me habla. Y me llama a detenerme, a mirar, a no dar nada por obvio.
El alma de las cosas
La frase de Emerson me encontró una noche estrellada, cuando el fuego crepitaba en la chimenea y la luna colgaba como un ojo de plata sobre los lagos. "La poesía es el esfuerzo continuo por expresar el alma de las cosas..." ¿Qué otra cosa intento hacer yo aquí, más que eso?
Caminar entre coihues y lengas. Escuchar a los pájaros, que parecen decir más que cualquier humano. Acompañar a una piedra mientras el sol la calienta. Todo eso, si uno se detiene, es poesía.
No como género literario. Sino como forma de vivir.
Ver lo sagrado en lo simple. Lo eterno en lo cotidiano. Eso es buscar la causa de la existencia.
Ir más allá de la materia
A veces creemos que todo es lo que se ve, lo que se toca, lo que se mide. Pero aquí, en la profundidad patagónica, donde el silencio tiene cuerpo, aprendo que la materia es apenas un símbolo. Una pista. Como la cáscara de una fruta: está allí, pero no es el sabor.
Detrás del árbol hay una historia. Detrás de la piedra, una conciencia. Detrás del río, un alma que viaja.
No todos quieren o pueden ver esto. Algunos se burlan de esta mirada. Pero a quienes han sido tocados por la belleza sin motivo, por una lágrima sin razón, por una intuición súbita al contemplar el paisaje… a ellos no les hace falta explicación. Saben que lo invisible existe, aunque no se venda en los mercados.
Sanarse es poetizar la vida
Superarse no es solo resistir, ni empujar más fuerte. A veces, es soltar. Escuchar. Reconectar. Sanarse es permitir que la belleza del mundo vuelva a entrar por las grietas del alma.
Es aprender a vivir poéticamente, incluso en medio del dolor.
Cada vez que siento que me pierdo, que el miedo me atrapa o la incertidumbre me ahoga, vuelvo a mirar el cielo. Vuelvo a sentarme junto al río Aluminé. Vuelvo a escribir sin buscar resultado. Y ahí, como una flor que se abre de noche, aparece la paz.
No como algo que se impone, sino como un perfume que brota del fondo de las cosas cuando uno se detiene y respira con humildad.
Más allá del crepúsculo
El alma de las cosas está viva. Y la poesía no es solo arte: es un acto de presencia, de rendición ante el milagro de estar aquí.
Si has llegado hasta estas palabras, quizás es porque algo en vos también anhela ir más allá de lo material. Quizás, como yo, sentís que la vida no puede ser solo una secuencia de hechos, sino un susurro que busca ser escuchado.
Entonces, te invito a detenerte. A mirar con otros ojos. A caminar sin prisa.
A dejar que el alma de las cosas te encuentre.
Allí comienza el verdadero viaje.
Allí comienza la música que no se oye con los oídos.
Allí —más allá del crepúsculo— empieza el regreso a vos mismo.