Shambhu - Lotus Dream (2025)

El álbum "Lotus Dream" de Shambhu es una delicada fusión de guitarra acústica y eléctrica, piano, sintetizadores y ambientes expansivos que equilibra calma, melancolía y elevación espiritual. Con nueve piezas originales, el disco inicia con la invitación serena de “Shall We”, atraviesa momentos íntimos como “Awakened Dreams” y “Ananya”, hasta llegar a “Resilience” junto a Leo Steinriede. Lo más notable es su apuesta hacia una ambientación más amplia, con texturas electrónicas y paisajes sonoros que permiten al oyente desprenderse del estrés cotidiano y sumergirse en un estado meditativo. Simple en su base, pero rica en matices, representa un paso evolutivo significativo en la trayectoria de Shambhu, ofreciendo un refugio musical donde la melodía no exige, sino que acoge. 

Shambhu - Lotus Dream (2025)

01. Shall We
02. Awakened Dreams
03. Ananya
04. Resilience
05. Majestic Mountain
06. Lotus Dream
07. Blue Mantra
08. Prana Tides
09. Visions

Duración total: 34:15 min.

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  1. 🌌 “Cada cual tiene la edad de sus emociones” – Reflexión desde Aluminé

    Vivo en Aluminé, donde los lagos parecen espejos del alma y las montañas custodian los secretos del tiempo. Aquí, el viento no solo sopla: murmura, acaricia, pregunta. Es un viento que conoce tus pensamientos antes de que los nombres. Y en sus susurros, a veces, escucho la frase de Anatole France:
    “Cada cual tiene la edad de sus emociones.”

    He aprendido que esa edad no se mide en años, sino en la intensidad con que uno se permite sentir. En la pureza con la que uno abraza el instante. En la honestidad con que enfrentamos las sombras interiores que nos habitan.

    En los inviernos largos de la Patagonia, cuando la nieve cubre los caminos y el silencio se vuelve un espejo, comprendí que el tiempo no envejece al alma, sino la costumbre de no emocionarse. Cuando dejamos de sorprendernos ante un amanecer, de estremecernos con una melodía, o de llorar ante una despedida, es cuando el espíritu empieza a envejecer.
    No por los años… sino por el olvido de sentir.

    Aquí, entre araucarias centenarias, los abuelos mapuches me enseñaron que cada emoción es un espíritu que nos visita. Algunos llegan con el aroma de la lluvia, otros con el rugido del río. La tristeza, me decían, no es enemiga: es un visitante que limpia. La alegría no es un trofeo: es un ave que aterriza solo en los corazones dispuestos.
    Y el amor… ah, el amor no se busca ni se retiene: se reconoce, como se reconoce la voz del viento en medio de la tormenta.

    Quizás por eso, en las noches frías junto al fogón, cuando las estrellas parecen perforar el cielo, me descubro más joven que nunca. Porque sentir me renueva, como el fuego renueva las brasas dormidas. Y en esa renovación, me permito llorar sin culpa, reír sin medida y callar sin miedo.
    Cada emoción, entonces, se vuelve un latido nuevo, una célula del alma que rejuvenece.

    A veces creemos que madurar es endurecerse. Pero aquí, donde la naturaleza enseña con metáforas vivas, sé que madurar es volverse más sensible. Es entender que la fortaleza no está en resistir sin sentir, sino en sentir sin romperse.
    El volcán Batea Mahuida, con su paciencia milenaria, me recuerda que toda erupción —como toda emoción— libera lo que debe salir para que algo nuevo nazca.

    Hoy comprendo que mi edad no está escrita en documentos ni en arrugas, sino en la capacidad de emocionarme con lo simple: el reflejo del sol en el río Aluminé, la voz de un kultrún al amanecer, el silencio que sigue a una despedida.
    Y cuando me dejo atravesar por esas emociones, siento que vuelvo a nacer. Que mi espíritu danza con la música invisible del universo.

    Por eso, si alguna vez sientes que envejeces por dentro, no busques años perdidos: busca emociones dormidas.
    Despiértalas con música, con arte, con silencio o con lágrimas.
    Porque quien vuelve a sentir, vuelve a vivir.
    Y en cada emoción nueva, el alma rejuvenece, se expande, y recuerda lo que siempre supo:
    que somos eternos viajeros, aprendiendo a amar en cada latido.

    🕯️ Desde Aluminé, donde el espíritu conversa con el viento y el corazón aprende que el tiempo es solo un espejismo. Que sigamos viajando más allá del crepúsculo… con el alma joven de nuestras emociones.

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