El álbum "Skyward" de Medwyn Goodall es una travesía sonora de corte new age que invita al oyente a elevarse más allá de lo cotidiano. Compuesto por ocho piezas y con una duración de 43 minutos, cada tema —como “Skyward”, “Flying South”, “The Wandering Mind” o “Murmuration”— despliega una fusión delicada de melodías etéreas, texturas atmosféricas y paisajes sonoros que reflejan estados de calma, contemplación y trascendencia. En este trabajo, Goodall demuestra su maestría para construir atmósferas musicales que se sienten tanto introspectivas como expansivas, generando una sensación de vuelo interior hacia horizontes imaginarios. Medwyn Goodall es un compositor británico especializado en música instrumental y new age, con una extensa trayectoria desde fines de los años 80.
Medwyn Goodall - Skyward (2025)
01. Skyward
02. In the Early Morning Light
03. Flying South
04. Colours of Autumn
05. Airstreams
06. The Wandering Mind
07. Murmuration
08. Adventures in Sound
Duración total: 43:04 min.
01. Skyward
02. In the Early Morning Light
03. Flying South
04. Colours of Autumn
05. Airstreams
06. The Wandering Mind
07. Murmuration
08. Adventures in Sound
Duración total: 43:04 min.
🌄 Despertar en Aluminé: el susurro que rompe el hechizo de lo habitual
ResponderEliminarPor un viajero del alma en MusiK EnigmatiK
Hay una hora del día en la que el mundo parece inhalar en silencio, justo antes de que el sol bese con sus dedos dorados los picos nevados que rodean Aluminé. Esa pausa, ese instante suspendido entre la noche y el día, es cuando el espíritu habla más claro, como si el universo entero contuviera la respiración para escucharse a sí mismo.
Vivir aquí, en este rincón donde los árboles aún cuentan secretos antiguos al viento, puede parecer una bendición evidente. Sin embargo, con el paso del tiempo, hasta la belleza más sagrada puede desdibujarse si no aprendemos a mirar con ojos nuevos. Es fácil acostumbrarse al murmullo del río, al paso lento de los caballos, al aroma del piñón tostado… hasta que un día, sin saber cómo, ya no los sentimos. El alma se duerme en lo cotidiano.
Pero hay momentos en que la vida —con su misteriosa sabiduría— sacude esa modorra. Lo hace sin violencia, como quien corre apenas la cortina para que entre la luz. A veces es un viento repentino que cambia la dirección de las nubes. A veces, un niño que ríe con una flor en la mano como si fuese un tesoro recién descubierto. Otras veces, es el silencio… ese que no duele, sino que revela.
“Cada vez que sacudimos el adormecimiento del estar acostumbrados a las cosas o de darlas por sentado, la vida nos toca con toda su frescura.”
Esa frase de Steindl-Rast resuena como un eco en mi pecho cada vez que me detengo a mirar el mundo sin el filtro de lo habitual.
He descubierto que el camino de la superación personal no siempre está pavimentado con grandes decisiones o metas ambiciosas. A veces, el verdadero crecimiento ocurre en el acto de volver a ver. Ver de verdad. Sentir de verdad. Volver a agradecer lo que creíamos ya conocido.
Hoy, al subir por el sendero que bordea el arroyo Quillahue, me detuve ante un árbol que he visto mil veces. Pero hoy… algo fue distinto. Las hojas brillaban como si acabaran de nacer. El musgo parecía respirar. Y por un instante eterno, recordé que todo está vivo. Que yo también lo estoy.
Esa es la magia. No hay que ir a la India, ni hacer ayunos chamánicos. A veces, el portal está justo donde estás. En la cocina, en la rutina, en la repetición… si aprendes a despertar dentro del sueño.
El desafío no es encontrar nuevos paisajes, sino redescubrir los que nos rodean. Romper el hechizo de la costumbre. Dejar que la vida nos toque con su frescura, una vez más. Una y otra vez.
Y así, como quien afina un instrumento olvidado, el espíritu comienza a vibrar distinto. Agradece. Se asombra. Canta.
Hoy, desde Aluminé, solo quiero decirte esto:
No esperes a que algo externo te despierte. Sacude tú mismo el polvo del alma. Mira el cielo como si lo vieras por primera vez. Toca la tierra con los pies descalzos. Respira lento.
Y si puedes, pon una música que hable del misterio. De lo invisible. De lo que late detrás del mundo. Porque ahí, entre notas y silencios, entre lo sabido y lo nuevo, el espíritu baila. Y ese baile… es tu verdadera libertad.