Nache - Karunesh - Sun Within (2016)

Todo el mundo es diferente y todo el mundo es único, pero todos estamos conectados. Estamos conectados a través de la misma fuente, la fuente de la existencia. Podemos entrar en contacto con nuestro ser interior a través de la quietud y la meditación, la danza y la celebración. Simplemente seamos nosotros mismos y dejemos que la luz interior, el "Sol Interior", brille y nos guíe en el camino. Este dinámico CD combina una variedad de ritmos relajantes con voces emocionantes. Para disfrutar de la seducción de las voces femeninas y así deslizarnos en el misterioso mundo desconocido de Oriente que nos llevará a un viaje a través del viento y nos guiará el camino.

Comentarios

  1. Roberto Bolaño, escritor chileno:
    "Interpretamos la vida en los momentos de máxima desesperación."

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  2. "El eco del amanecer "

    La mañana despierta fría y despejada sobre Aluminé. El aire corta con suavidad, como si el invierno se resistiera a marcharse del todo, aunque la primavera ya se haya posado sobre los campos. En torno al río y las lagunas cercanas, los teros anuncian su territorio, los patos planean en círculos, los caiquenes levantan vuelo en pareja y las abutardas saludan la luz con su graznido áspero y hermoso. Es un concierto natural que no necesita director; basta el amanecer para que todo encuentre su tono.

    Pienso en la frase de Roberto Bolaño:
    “Interpretamos la vida en los momentos de máxima desesperación.”
    Y me pregunto si no será precisamente eso lo que hace la naturaleza cada mañana: interpretar su propio renacer después de cada noche, después de cada frío, después de cada pérdida. Tal vez el canto de las aves no sea solo una celebración, sino también una forma de sanar, de decirse unas a otras que vale la pena seguir.

    En Aluminé, los amaneceres no son silenciosos ni dóciles. Aquí la vida suena fuerte, se impone en los sentidos, y en medio de tanta inmensidad uno no puede más que sentirse pequeño. Pero esa pequeñez, lejos de ser debilidad, se convierte en revelación: cuando uno acepta su fragilidad, se abre la puerta a la comprensión.
    He aprendido —quizás por necesidad— que el alma se vuelve sabia en los abismos. Cuando todo parece perdido, cuando el miedo y la incertidumbre te muerden los talones, ahí mismo se enciende una chispa de claridad. Es en esa grieta donde comenzamos a interpretar la vida, no desde la comodidad, sino desde la urgencia del ser.

    Miro el humo del mate mezclarse con la niebla baja y entiendo que cada uno de nosotros es como ese vapor: efímero, pero capaz de elevarse. La desesperación nos desarma, nos deja sin disfraces, sin certezas. Nos arranca del suelo y nos obliga a mirar el horizonte con otros ojos. Y es entonces cuando comprendemos lo que somos: un destello en el paisaje, pero un destello consciente, capaz de elegir cómo brillar.

    En la cultura mapuche, tan viva en esta tierra, se dice que el küme mogen —el buen vivir— no significa vivir sin dolor, sino vivir en equilibrio con él. Aceptar que el sufrimiento también enseña, que la oscuridad también nutre. La desesperación, vista desde ese entendimiento, no es el fin del camino, sino un pasaje hacia la lucidez. Es la tierra removida antes de la siembra.

    El sol ya empieza a trepar detrás de los cerros. La luz se refleja en el río Aluminé y tiñe de oro los pastos húmedos. Los teros siguen cantando, tercos y valientes. Siento en ellos una lección: gritan su presencia incluso cuando el viento sopla fuerte. No esperan a que el día sea perfecto para alzar la voz. Y pienso: quizás eso sea la verdadera interpretación de la vida en la desesperación —atreverse a cantar, aunque duela, aunque tiemble el alma.

    Me sirvo otro mate. El agua caliente silba, el metal del bombilla resuena, y en ese pequeño ritual reconozco algo esencial: la calma también se construye. Nadie la regala. Se teje sorbo a sorbo, pensamiento a pensamiento, amanecer tras amanecer.

    La desesperación no es el enemigo; es el espejo. En ella se reflejan nuestras preguntas más hondas, las que no nos animamos a hacer en tiempos de bonanza. Y cuando el eco de esas preguntas se vuelve insoportable, aparece la oportunidad de renacer. Quizás eso quiso decir Bolaño: que solo en el borde comprendemos la forma del abismo, y al hacerlo, encontramos el valor para cruzarlo.

    Al final, mientras la primera luz del sol toca los álamos y el canto de los caiquenes se pierde entre las nubes, entiendo que cada mañana es una conversación con el misterio. Una oportunidad de escuchar lo que la vida intenta decirnos cuando ya no tenemos palabras.

    Interpretamos la vida cuando el alma tiembla, cuando no queda otra opción que mirarla de frente. Y entonces, en ese instante en que todo parece quebrarse, algo profundo se acomoda dentro: la certeza de que seguimos aquí, respirando, entendiendo, y que incluso en la desesperación… todavía hay belleza.

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